" Salsa agridulce "

Los había simpáticos o herméticamente cerrados, amables o antipáticos...
Con corbata de ejecutivo o "hippie" un tanto pasota. La persona se notaba de lejos como iba a ser durante el trayecto, si quería conversación o por el contrario miraba el horizonte.

Ahora toca lo que toca, me explico; nunca se sabe a ciencia cierta nada sobre ell@s, mis clientes de no más de veinte minutos, son de lo más abstractos que podía imaginar.

A veces nada mas subir al taxi, saca el móvil y empieza a hablar a su antojo, (y es que realmente tiene todo el derecho del mundo), lo que ocurre es que se está cambiando el "chip" y el cliente sabe muy bien a lo que tiene derecho e incluso me hace quitar la KISS FM, porque puede hacerlo para seguir hablando por el móvil.

Entonces el diablo me visita y comienzo a pillarle manía, no sé porqué... Bueno, sí que lo sé. Casi todo el mundo piensa que su exclusividad y protagonismo es lo que ilumina al resto de los mortales y todo lo demás parece no importar.

La contradicción me abraza, cuando al llegar al destino, espero que no diga ni adios y pegue un portazo. Pero no; me regala una sonrisa, me pide un ticket a última hora, en vez de pedirlo durante el trayecto (por haber estado hablando todo el tiempo con el dichoso móvil). Totalmente en su derecho y en la corrección.

Me contengo la invasión del subidón y actúo con naturalidad; luego extiende la mano y me deja tres euros más de propina.

Casi sin decir adios, pero dejando la propina con sabor agridulce.