Cuarenta años, y tener ésta bendición de niña, no es cualquier cosa, es una gran responsabillidad más. Es no ir a ciento cuarenta por la autopista, es ir más despacito, mucho más...
Cuando me siento cansado, recuerdo su carita, y me reconforta. Ella es parte de mí, ella es la prolongación de mamá y mía. Espero de ella que sea una gran persona, que sea buena, y humilde. Que recuerde a su papá, como alguien entrañable, que lloraba de amor cuando se concibió, que ha sido un bebé deseado, aunque hubiese venido con problemas... pero gracias a Dios vino, sana y salva, agradecida, risueña al despertar, y con ganas de conocer, y de sentir.
Dos soles de hermanas, la quieren a morir, y la enseñan como nadie. Protagonistas de recuerdos imborrables; por la inocencia de la infancia. Todo vale en el amor, de hermanos, verdadero amor.
No soy para nada religioso, pero: ¡ Dios mio, ruega por ellas! Son mi camino, mi amparo, la gran obra maestra de la naturaleza...
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