El ilustre pajarillo

Hola, soy el pajarillo que viene como cada noche a saludarte. Sí, ya sé que eres un montón de hierro fundido, pero te cogí cariño cuando eras de verdad como yo, de carne y hueso.

Recuerdo cuando me tomaste en tus manos calientes en el parquecito aquel que jugaban tus hijos; caí del árbol por una fechoría infantil. Me dieron de lleno en el ala y casi me alegro de aquel contratiempo por los cuidados que me diste todos los días . Enseguida olvidé la fractura cuando anochecía sobre todo, que me acariciabas lentamente hasta que cerraba mis ojillos.

Tu mientras tanto, llorabas porque sabías que ibas a dejar a los tuyos, por culpa de aquel mal que no tenía cura. A pesar de ser un personaje ilustre, nada pudieron hacer por tí, todo lo mas fué esta escultura en tu memoria que enfría cada anochecer y sólo yo, vuelo a consolarte, pero no temas, tan sólo te fuiste un poco, porque tu vida mereció la pena.

Tus hijos estudian en la Universidad y tu mujer llora cada madrugada, desvelada por tu recuerdo. Mientras ellos vivan te recordarán como un buen padre que compartías dias de sol en aquel parquecito y noches de hospital a su lado nervioso y responsable.

Así pues, como cada noche me posaré en tu mano a recoger tu beso que puntualmente, dejaré en la ventana de tu casa donde ella respira profundamente cada amanecer y reza tu descanso.

Déjame que te diga antes de alzar mi vuelo, que te quiero porque me hiciste bien cuando lo necesité y aunque tan pequeño e insignificante me veías me considerabas algo tuyo. Y ahora yo, soy parte de tí.

Jose