17 de Septiembre, los ciervos alcanzan su plenitud, es la hora de demostrar quien es el mejor macho de la manada con su particular berrea. Luchan para medir su fuerza con su flamante cornamenta, estallidos de impactos fortísimos en plena naturaleza, impone respeto tal selección, de la forma animal, que no del todo cruel, pues no llegan a herirse entre ellos, sólo por accidente pudiese darse el caso de muerte por no poder desengancharse, de tan gran impacto.
Mientras aquí, en la civilización surgen debates que cuestionan la capacidad de ser felices siendo ricos o pobres, eso lo dicen los que están bien acomodados... ¡Que fácil es opinar de los demás! Dicen que es mejor ser ni muy ricos ni muy pobres,que depende de los caprichos que consideremos necesarios, será nuestro nivel de bienestar.
Se habla de la soledad en el interior del taxi, de lo dura que es la vida estando sólo, cuando se llega a ser tan egoísta que sólo te tienes a tí mismo cuando pasas delante de un espejo, y lo que mentimos a los demás opinando que lo nuestro es siempre lo mejor. Y lloramos, lloramos hombres y mujeres cada uno con su tema, con sus problemas y con sus ilusiones.
En la sierra ciervo con ciervo, fuerza animal, desgaste brutal. Y serenidad solemne cuando arrasa la tarde y muere la vida por unas horas. Mañana será otra jornada más de supervivencia y de entrega para los perdedores.
Animales racionales e irracionales, cada cual lucha en un mismo mundo, por un fin, un deseo. Unos por conseguir a la hembra, otros por solucionar el problema de la humanidad, que casi siempre vuelve a ser el dinero. Dinero para tener más felicidad comprada en forma de caprichos (o nó), nunca se sabe.
Septiembre, el mes de la lucha, unos y otros.
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