" La Sombra Del Naranco ": Cinco céntimos.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cinco céntimos.


Ésta tarde sobre las seis, en una rotonda en obras, subió un chico de unos veinticuatro años, con cara de disgusto. Mientras; subía en pleno lío de coches y bocinas alocadas de conductores estresados.

Me contaba que le había llegado al alma la deshumanización en el autobús que acababa de dejar. Tenía un puñado de monedas y él hubiese jurado que sumaban más de un euro, tras subir al citado bus, comenzó a contarlas sobre la palma de su mano y contempló con horror que sumaban ochenta y cinco céntimos, con lo cual le faltaban tan sólo cinco más para poder comprar el billete.

En un principio, quiso ir de cara con el incidente y se dirigió al conductor para explicar el problema. Éste le dijo al muchacho que o pagaba los cinco céntimos o que se bajase en la siguiente parada.

El chico, que pude observar que tenía dificultad para hablar sin llegr excesivamente a la tartamudez, sintió agobio e incomodidad con la situación. Quiso empatizar con los demás usuarios y bromeó sudando: -¿Me va a hacer bajar por cinco céntimos?.
Las miradas se dirigieron al exterior, como al horizonte y nadie absolutamente nadie prestó cinco míseros céntimos.

El muchacho tuve que bajarse con rabia y dolor ante la sociedad. Iba a trabajar en un bar de camarero, cara al público. Pero eso importa un carajo. Pero pesa.

Tomó el taxi, y se desahogó conmigo positivamente; me comentó que pasaba muchas horas soportando a borrachos ricos y aburridos, que le buscaban la boca, cuando les apetecía a los muy cerdos. Y se hizo un hombre cuando aprendió a callar esas sinvergüenzadas. Por cinco céntimos a la puta calle. Menudo servicio público.

Su auténtica vocación era adiestrador de perros; el año próximo me comentó que iba a instalar su propio negocio. Realmente se le iluminó la cara al comentármelo, con ilusión y sinceridad.

Me pagó con cincuenta euros, receloso de no tener nada más que eso y los ochenta y cinco céntimos. Yo le sonreí dándole el cambio, y le dije:

-Tranquilo que éste taxi es de servicio público y a veces toca perder y otras ganar, pero siempre humanamente hablando.

4 comentarios:

pepito dijo...

Alguien habló hace poco sobre la bondad de los desconocidos...

Así es la vida.

Susy dijo...

Que pena que po cinco centimos se tuviera que bajar.Si yo hubiese estado en el autobus le hubiese agado el billete entero.Estamos perdiendo los valores que nos enseñaron nuestros padres.Es una pena,una gran pena.

Lara tiene alas dijo...

Una lastima. La gente no se vee a los demás en espejos. Una lástima.

Menos mal, que por "arte de magia" apareció su Robin Hook particular.

Un abrazo fuerte

Lara tiene alas

MARCO dijo...

ya sabes que cerdos hay en todos sitios..