" La Sombra Del Naranco ": Pasar riesgo, miedo y angustia.

sábado, 7 de febrero de 2009

Pasar riesgo, miedo y angustia.


Hay cosas que sólo le pasan a un novato. Recuerdo cuando llevaba unos meses de taxista, iba dando vueltas sin saber a donde ir, entregado al destino de mi suerte en encontrar un cliente que seguro que me enseñase algún lugar nuevo que aprender y deslumbrar mis ojos, plasmar en la mente determinado sitio y retenerlo para encajar piezas en el puzzle de una gran y desconocida ciudad...

Pasé por una avenida, que en el mes anterior había tenido un accidente en una intersección de calles, todo por pasar como una "bala" en un cruce de semáforos que yo ya aprendí de memoria y quise demostrar mi habilidad... ¡¡ menuda torpeza la mía!!.

Rápidamente me alzaron la mano una pareja "extraña": ella joven, guapa, de color negro brillante y él mayor con malas pintas, color pálido bajo efectos de alguna sustancia. Me indicaron el destino, un destino habitual a donde hacer "sus compras" adictivas. Ella con cara de susto y disgusto, yo observando descarádamente y con el riesgo de provocar problemas.

Llegamos al lugar muertos de miedo, mientras él me ordenó con voz seca que no nos moviésemos del sitio, dejándo sobre el asiento un billete de mil pesetas.
Él se sumergió en el interior de una calle. Esa calle que jamás entra un taxi. Hace años, en esa calle (Rafael Salillas), asesinaron a un taxista...

Conversé con la joven a duras penas y le sonsaqué que acababa de llegar con su familia y todavía la esperaban cerca del Pilar. La habían engañado prometiéndole un trabajo y ésto le estaba oliendo muy mal... y peor a mí.

Había poco tiempo de reacción porque en cualquier momento saldría el terror en forma humana y entonces ya nada podría hacer por aquella chica que me cayó bien desde el primer momento que miré sus ojos brillantes y temerosos.

Le ofrecí marcharnos; ella dudó y se echó a llorar. Me quiso decir que no tenía dinero y que dudaba el lugar donde sin duda la esperaban sus padres.

Mi mente tardó una décima de segundo en ordenar a mi pie pisar el acelerdor y salir a toda velocidad; arreglar lo siguiente no era lo prioritario. Lo realmente importante era huir de aquel lugar infernal.

Seguídamente le dí las mil pesetas y le dije que no se preocupase de nada más. seguía asustada, llorando, mezcla de miedo y alegría.

Después de un trayecto de unos quince minutos de angustia y temor llegamos a las inmediaciones de la Plaza del Pilar.

A la muchacha se le abrió el cielo al recordar el paisaje del principio de su pesadilla. A pesar de ser las once de la noche, junto a un banco y en la penumbra de la farola, allí se encontraban esperando unas pobres personas maravillosas para mí, aun sin conocerlas.

Me despedí con temblores en las piernas. Mi renault 9, se resentía de los acelerones... y mi corazón mientras sincronizaba con el cerebro, grabando para siempre una de las historias que recordaré toda mi vida...

3 comentarios:

ZOLDAR dijo...

Joder, Jose, la verdad es que en un taxi te tiene que haber pasado de todo. Pero con esta historia me has dejao muerto. Se me han puesto los pelos de punta.

Cuidate, tío. 1 abrazo.

Susy dijo...

A mi tambien se me han puesto los pelor de punta.No me habias contado esto.Que miedo
TE AMO

temmpus dijo...

Bien hecho!.