La vida va pasando, casi sin darme cuenta entre coches y semáforos que van restando minutos de dos en dos y en esas pequeñas pausas de ilusiones y proyectos que no suelen cumplirse en su totalidad casi nunca, pasa la vida.
Cuando observo las verdes montañas asturianas, junto a sus hermosas vistas junto al azulísimo mar, me invita a recapacitar. Me asusta pensar la cuestión de lo insignificante que es nuestro paso por éste mundo.
Ahora en vaciones tengo más tiempo para todo y para mí. Disfruto de la calma y de cualquier cosa. A pesar de no parar de un lado a otro, por la tarde disfruto simplemente de la TV. Es verdad que parece que sólo se ven barbaridades pero a veces también se ríe uno mucho. Aunque os parezca mentira, hacía muchísimo tiempo que no veía completa una película en la tele y por simple que parezca, disfruto.
Las niñas mayores, Silvia y Lucía permanecerán más tiempo éste mes con su padre biológico, y nosotros seguiremos con nuestra peque Susi.
Los sentimientos que un padre real puede experimentar, al compartir sus hijos que durante todo el año supone la responsabilidad diaria y la entrega de su esfuerzo y duro trabajo, minuto a minuto, semáforo a semáforo, no es nada fácil y menos cuando se trata de la inocencia infantil, que todo lo cambia por un caramelo...
-¿Habéis oído alguna vez que el amor incondicional que se ofrece hacia un niño no tiene precio, ni medida ni valor ni recompensa?
-El amor por hijos compartidos siempre se ofrece porque nace dentro de tus mas profundos sentimientos.
Hoy nos reunimos de nuevo con Joni y Fani. Comida familiar y gratificante.
Mañana si todo va bien, nos iremos a Santiago de Compostela, tempranito. Nos hace mucha ilusión éste viaje de placer con nuestra chiquita Susi.
Se supone que hoy en Zaragoza tendré arreglado el taxi, listo y preparado para mi regreso.
Ahora que espere aparcado con otros taxis, pasando calores...
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