martes, 27 de octubre de 2009
Anabel ahoga las penas
Aunque parecían pertenecer a la clase social alta, no se sabía muy bien si realmente pertenecieron en el pasado o nó; por lo menos los padres de ambos, sí.
Ella tenía problemas con el alcohol y él problemas con el egoísmo y la intolerancia. Pero se soportaban ambos por el mutuo interés. Preferían tener su status social que deshacerse de su triste vida fracasada matrimonialmente hablando. Daban "el pego" a cualquiera.
En las fiestas ella se quedaba más rato sin parar de beber y bailar con cualquiera y él se marchaba donde le apetecía en ése mismo instante. Y así siguieron muchos años aguantando infidelidades mutuas y borracheras disimuladas con risa y glamour.
Un día cogieron un taxi y estuvieron discutiendo agresivamente, el se bajó y ella se sinceró con un taxista desconocido entre lágrimas y alcohol.
-Cabrón y egoísta. Eso es lo que es. No piensa más que en su partida con los amigos y guardar las apariencias. Le puse los cuernos con cualquiera y se los volvería a poner por imbécil.
-Le escucho, le dije.
-Realmente no queda nada entre nosotros dos, todo se perdió. Pero es demasiado tarde para rectificar.
-¿Porqué?, nunca es tarde para cambiar... Yo sin ir más lejos, abandoné a una persona negativa, egoísta y sin ganas de vivir.
- Por los hijos, señor. Sólo por los hijos.
Cuando la mujer abandonó el taxi haciendo eses, sentí pena por ella y por los hijos. Pero no por él. Aunque hubiese sido el marido mas fiel del mundo.
Que lo dudo muy mucho.
-¿Realmente, merece la pena llegar tan lejos por los hijos?
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1 comentario:
La madurez es la que nos permite saber tomar el camino correcto en el momento justo, las frustraciones propias son la que nos mantienen atado a lo imposible de compartir, siempre el horizonte nos trae una nueva esperanza, y de eso sabemos mucho , no es así hermanito?
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