" La Sombra Del Naranco ": Sueños y derrotas

lunes, 7 de diciembre de 2009

Sueños y derrotas

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Estaba soñando que todo había sido un sueño y por fin despertaba de nuevo en mi cama, sin ganas de seguir despierto, por la terrible confusión.

No había niñas, ni cuerpo dulce a mi lado. Sentía ganas de vomitar la cena que sin duda me había sentado mal. No había crisis económica, por suerte todo había quedado en un sueño. Seguía viviendo en un sexto piso y para asegurarme miré por la ventana y contemplé el paisaje urbano, con avenidas y aparcamientos, miré mi Volkswagen Jetta taxi, aparcado... sonreí por un momento.

Te busqué y no estabas; miré alrededor y grité: -¡Susana!

Estaba frío y sudando al mismo tiempo. Había despertado diez años atrás, todo mi sueño desapareció y estaba vacío de toda mi felicidad, hasta entonces ignorada. Deseé estar a tu lado y no separarme nunca, a pesar del bullicio permanente y las travesuras de mis pequeñas. Pero ya no quedaba nada. Y lloré amargamente hasta que amaneció el día más amargo y letal.

Quise dormir y morir de nuevo en tus brazos. Tenía la certeza que los próximos diez años, serían largos y ansiosos, esperando el encuentro de aquella conexión de internet. No tenía ni idea que aprendería a manejar ordenadores... sería mi destino el que se encargaría de ello.

Diez años mas joven en el espejo y sin embargo echaba de menos mi arruga pronunciada en mi frente, como en el sueño.

Y salí de nuevo a la calle con el taxi y sin GPS. Eso era lo único que seguía igual, la gente continuaba enfadándose por lo mismo y provocándose los unos con los otros. Me dí cuenta que carecía de sentido enojarse si sabía que aquellos episodios pasarían por y para siempre al olvido de las cosas estúpidas en la vida.

Me esperaría una mujer y unas hijas maravillosas en el final del tunel del sinsentido y la oscuridad. ¿Que sentido tenía entonces casi todo?, me relajé.

Me dormí de nuevo triste y desolado, hasta que al día siguiente, como siempre vino una nenita dulce y maravillosa que me besó los labios, como cada mañana en aquel sueño del día anterior. Abrí los ojos y observé la más linda imagen del mundo: Mi hija Susi, me daba de nuevo los "buenos días Papito". La abracé mas que nunca y la besé mil veces, pero delicádamente.


No quiero ser nadie, sólamente quiero ser el ser humano que soy, con todos mis defectos y virtudes al mismo tiempo. Valorar, sentir, vivir. Amar y estar en paz... ante todo conmigo mismo.




1 comentario:

Susy dijo...

Una auténtica pesadilla...pobrecito mio.
Te adoro