viernes, 2 de enero de 2009
Peor para ella.
Cada día salía por verla pasar, esperaba sol y lluvia. Soñaba ser su amante algun dia, tocar su maravillosa cabellera y su suave mano (así la soñaba). La niña lo miraba extrañada y con indiferencia. Él no se daba cuenta, estaba ciego de amor a ella.
Por fin decidió a regalarle unas flores que compró con sus ahorros. Le había costado mucho, pero era una gran inversión; era cuestión de su sentimiento.
Le esperó nervioso y tembloroso sujetando el ramito de flores. Por fin, la vio venir de la mano con otro chico más alto y mejor vestido que él. Era un chaval conocido en el lugar... pasaron junto a él. Y él se quedó de piedra con cara helada y desolado.
Tiró las flores a la ría y se apoyó en un banco de piedra reflexionando... y pensó:
Ella se lo pierde.
Jose.
-El maestro dice:
"Mirar es una cosa. Ver lo que se está mirando es otra. Entender lo que se ve, es aún otra. Llegar a aprender de lo que se entiende, es algo más. Pero llegar a actuar en base a lo que se ha aprendido, es todo lo que realmente importa".
Winston Churchill.
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3 comentarios:
Tal vez no debería haber tirado las flores.
Un abrazo!
Es posible que fuese mejor guardarlas, pero las flores se marchitan...
Siempre me ha chocado mucho que las personas que son grandes por dentro, muchas veces se les ignora, y sólo nos fijamos en lo llamativo.
Cuando era niño me enamoré varias veces perdidamente... y con eso me quedé. jajajaja
Lo decía porque tal vez hubiera alguien que se las mereciera más.
Si fuera posible ver el interior tan fácilmente como el exterior, no sería como dices, pero me temo que no es posible.
Y seguiremos tropezando con las mismas piedras, o como mucho, aprendiendo a evitar las más grandes...
Un abrazo
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