sábado, 5 de junio de 2010
El Barco de Teseo
"Teseo tenía un barco. Un día se le estropeó una de las velas y decidió cambiarla por una nueva. Luego se le estropeó un mástil y luego el otro. Los cambio. También tuvo que cambiar el timón. Un amigo le preguntó si se podía quedar con todas las piezas que él tiraba y le dijo que sí. A medida que pasaba el tiempo Teseo iba cambiando cada vez más piezas de su barco, y con ellas su amigo se iba construyendo un barco para él, hasta que llegó el día en que Teseo cambió la última pieza de su barco y su amigo la colocó en el suyo. Así que la paradoja es, ¿Cuál es el barco de Teseo? ¿Es el barco que tiene actualmente Teseo o el que su amigo ha reconstruido pieza a pieza?
Este paradoja ha ilustrado el problema de la identidad personal. ¿Qué es eso que llamo "yo" si, cuando me paro a pensar, tanto aquello de lo que estoy hecho materialmente (cuerpo), como aquello que siento, pienso, creo,... se ha ido modificando a lo largo de los años? Si puedo decir con sentido que no soy ya la misma persona que hace unos años, ¿cómo puedo decir también con sentido que soy la misma persona? Si tratamos de resolver la paradoja veremos que no es tan sencillo como parece. Pero, si en vez de entender esta historia como una paradoja (que hay que resolver), la entendemos como una metáfora (que hay que interpretar), ganaremos mucho más.
Las personas somos como este barco de Teseo que se va modificando a lo largo del tiempo. Un día, la experiencia transforma nuestra visión de las cosas, otro día una experiencia nos obliga a replantearnos creencias que creíamos firmes, una situación nos hace reflexionar sobre nuestros valores y repensarlos... así que la vida es algo que nunca se deja atrapar, algo en constante movimiento, en constante cambio, como lo somos nosotros en relación a ella. La vida nos cambia como nosotros la cambiamos a ella. Visto así parece como que la paradoja cruza de lado. ¿Por qué tendemos a ver nuestra identidad y nuestra vida como algo estático, repetitivo y monótono?
Cuántas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos pensando "¡Vaya, hace años no hubiese pensado (dicho, relacionado, sentido, etc) esto!" Y entonces nos damos cuenta, como dijo Neruda "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Porque, tomándonos en serio al poeta, si eso es así para mi, también es así para el otro. Así que en esos momentos en que creemos saberlo todo sobre nosotros mismos y sobre los demás enunciamos el terrible "es que yo (tú, él, ella) soy así". Quizás es que hayamos olvidado atender a lo que difiere en vez de atender a lo que se repite. Por qué, ¡cuántas cosas me habré perdido de mi misma/o y de los demás pensando que siempre son los mismos!
Y es que, no somos esencias, somos devenires..."
Texto extraído en la red.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario