
El hombre había sido un clásico toda su vida en el taxi zaragozano, su imagen formaba parte del decorado, su vida era aquel taxi en aquella parada. Su emisora: La42, que mola más.
Su hijo chiquitín creció y como no valía para estudiar su padre le ofreció su vida, su taxi. Compartió su horario de trabajo con su hijo.
El infarto se llevó al padre rápidamente y el taxi quedó en las manos del muchacho aquel que no valoró el esfuerzo de su padre. Sólo vió el valor material...
Se compró coche nuevo y reluciente, que al poco tiempo fué marchitando y llegó a tener suciedad y deterioro. Espejo retrovisor roto durante meses, bollos que no se reparaban a causa del desastroso capitán.
Los impuestos no venían bien pagarlos nunca y poco a poco se fué convirtiendo en un fugitivo nocturno que aprovechaba las horas que podía ocultarse más fácilmente de la ley.
Un abandono total y absoluto; informes de la Policía Local y empezó la caza de aquel símbolo de la ciudad malcuidado y desprestigiado por la torpeza del joven capitán...
Una noche fué inmovilizado junto al César y la grúa municipal del Ayuntamiento de la Inmortal Ciudad de Zaragoza se llevaba lo suyo, SU TAXI de Su CIUDAD.
Quisieron hacerle un último regalo al joven capitán: "La transferencia obligada, pero con las mejores formas y maneras" Le brindaban la oportunidad de disfrutar su "venta".
Al poco tiempo el nuevo taxi con el mismo número y con otro joven capitán bordeaban la ciudad como si de un pequeño contratiempo hubiese ocurrido...
Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios...
Nunca mejor dicho.
Colorín Colorado éste Taxi-cuento se acabado.

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