"Los árboles pierden sus hojas una a una, y cada una de ellas es una vida, un verdor que se apagó y aunque permanecieron allí en la rama, finalmente cayeron irremediablemente por la gravedad al suelo... es el último regalo que Dios les concede... el vuelo y la caricia del aire hacia el suelo.
Las palabras, las ideas, las ilusiones, en ocasiones pierden brillantez e inspiración... demasiadas contrariedades, demasiadas luchas. Nuevas arrugas y señales de deterioro; no es fácil asumir que el mundo sigue su curso y somos como las hojas que esperan la última ráfaga de viento que nos ayude a volar, tan solo unos cuantos metros más adelante.
Preguntas que invitan a desaparecer, conclusiones que acaban en locura, el desenfreno hacia la desesperación por el egoísmo amenazante... miedo y dolor.
Son momentos duros, reales de la sorprendente y fría soledad que alguna vez sentimos en medio de la multitud, orígenes perdidos que se ahogan en el recuerdo que inequívocamente vivimos en el pasado, donde el otoño fué más joven y cálido...
Jose.
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