Otra vez vuelvo...

Una vuelta tras otra en la oscuridad de la noche, sin tráfico y disfrazado de taxi... envuelto en logotipos oficiales y con el sentimiento a flor de piel. Por si fuese poco es Navidad, la mas austera que se conoció en Zaragoza por causas de la crisis.

Mariah Carey, Celine Dion y otras voces salen del "musiquero" y me atacan a traición por la espalda y sin mampara protectora de metacrilato de esas que llevan los taxis... No quiero mover la mirada del frente porque se caen las lágrimas que me sobran.

Avenidas llenas de luces de bajo consumo, navideñas y recicladas de la Expo. El termómetro del taxi baja a cero grados y la niebla comienza a hacerse presente en el asfalto. Y yo miro con mirada desconfiada al asfalto, observando las pisadas de neumáticos temerosos a perder el control. Al igual que yo. Miedo a desbordarme de melancolía y añoranza infantil.

Un cliente sale del bingo y sube al taxi, mirando la hora calculando el cierre de otro bingo. Supersticioso y borracho, pero buena gente, ya sabes que todos pecamos en algo.

-¿De que pecas tú?

Llego a casa y allí estan mis niñas, mi "superwoman" Susy, descansando y brillando como rayos.

Me deslumbro ante tanta vida junto a mí.

-Sois las mejores. Os voy a amar siempre.

Otra vez vuelvo a asustarme pensando si tendré salud suficiente para llegar a la meta. ¿Seré tan joven como me siento, o quizás me estaré volviendo viejo?