Ayer tenía 39 de fiebre a la hora de cenar, después de pasar una mala tarde trabajando, griposa y con malestar general, lo normal hubiese sido acostarme y guardar reposo absoluto...
Pero a veces la obligación y responsabilidad por conservar un trabajo hacen que uno se someta a esfuerzos sobrehumanos... sobre todo cuando es la vida y el pan de los que más quieres.
Esto no lo llevé nada bien y con mala cara arrastrando entre la lluvia, niebla y asfalto. Borrachos y juventud, con sorpresas propias de llevar tan sólo tres meses pateando Oviedo. Me dormí en alguna parada de taxi, esperando al próximo cliente, entre temblores y la fiebre que no bajaba...
Trabajar es lo que todas las personas normales y con responsabilidades familiares, hacemos... porque es lo que toca y se busca. Con fiebre, espasmos y lo que sea menester.
Porque querer es poder, y tras la oscuridad de la noche viene la luz de la mañana. Porque tengo un blog y tú me lees...
Tú sabrás por qué lo haces.
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